martes, 21 de abril de 2015

crecer

Crecer, un verbo complejo y relevante en nuestra existencia cíclica, nacemos y comenzamos a ser en la realidad, desde ese momento comenzamos a aumentar en masa y en conocimiento, nos acercaremos a la edad adulta, viviremos como creemos viven los adultos, y llegaremos progresivamente a la muerte que para nosotros, como dice Benedetti en su poema “cuando éramos niños”, es solo una palabra.
“Cuando éramos niños
Los viejos tenían como treinta
Un charco era un océano
La muerte lisa y llana
No existía.
Luego cuando muchachos
Los viejos eran gente de cuarenta
Un estanque era un océano
La muerte solamente
Una palabra.”[1]
Otro verbo ligado en gran medida con el dicho anteriormente (crecer) es madurar, este se define como desarrollarse en relación con el contexto, así como un mango en su árbol, nosotros atravesamos un quiebre en la protección de nuestra inocencia, como infantes los problemas eran sencillos, luego como adolecentes todo es un problema, pretendemos ser adultos y se nos exige que actuemos como tal sin embargo no lo somos, nos constituyen las ansias ilusas de libertad que parecen tener los mayores, los miedos pueriles que nos negamos hasta el cansancio y las actitudes conflictivas de un joven común.
Para mí crecer y madurar son conceptos semejantes que cooperan entre si, aunque en algunas etapas puedan ser antagónicos para nosotros, porque queremos libertades sin responsabilidades, porque en el fondo nos aterra la idea de ser autosuficientes, porque aunque consideremos la muerte como un problema tan externo y tan lejano, no soportamos el acercarnos a ella cada vez más, por ello pretendemos negar su existencia y crear sofismas, vagos entretenimientos que no nos hagan pensar tan constantemente en ella.
Así como observamos en el libro de Marcelo Birmajer, Mordejai debe pasar por un rito religioso para poder convertirse en un hombre a los doce años, llamado el bar mitzvá, sin embargo, estos ritos no son exclusivos de la tradición judía, los vemos en distintas culturas, por ejemplo en la antigua roma los jóvenes eran enviados al bosque y si volvían tras determinado tiempo eran considerados hombres, en el valle de Anáhuac (México) un niño no se hacía hombre hasta que capturaba un enemigo en la guerra o las fiestas de quince o dieciséis años frecuentes en este continente, que representan un cambio y un paso de niña a mujer a través de distintas fases del protocolo, como el descender las escalas, las palabras del padre, entre otros. Más para mí, por más ritos de paso que hallan, como Mordejai propone, uno no crece de la noche a la mañana, como lo expresé anteriormente. Madurar es un proceso, no el llegar a determinada edad, cazar un animal o celebrar una fiesta extravagante.
Físicamente también nos desarrollamos, cambiamos progresivamente sin darnos cuenta, antes observábamos a las personas que tenían la edad que hoy tenemos y las veíamos gigantes y extrañas, sin embargo no nos sentimos así, nos sentimos igual y así como dice el poema mencionado de Benedetti, veíamos las cosas mas grandes de lo que son y ahora nos hacemos a la imagen mental de como nos verán esas personitas inocentes que en algún momento fuimos y que queremos volver a ser.
Según la psicología evolutiva crecemos en relación con el cambio conductual en determinado tiempo, ya sean horas, semanas o años, este se da por el aprendizaje del medio, el cual absorbemos como esponjas principalmente en nuestra etapa de infantes, Vigotsky propone en su teoría de la psicología sociocultural que construimos nuestro propio saber a partir del estímulo del medio social, llevado a cabo por un agente y transportado por el lenguaje. Erikson en su teoría del desarrollo psicosocial,  propone que los actos que realizamos hasta los doce años los hicimos por reflejo y de allí hasta los veinte construimos y consolidamos nuestra identidad basados en el lenguaje.
En resumen, crecemos mediante el desarrollo de nuestro pensamiento, que es impactado e influenciado por la cultura y el lenguaje. Lo hacemos desde que comenzamos a ser, empezamos a cambiar física, social y psicológicamente, aumentamos en masa y en capacidad racional para tomar decisiones, una de las tareas más importantes para el individuo en cuestión como nos muestra Birmajer en su libro, nos desarrollamos en el ámbito comportamental progresivamente, no de la noche a la mañana y aunque en algunas ocasiones quisiéramos no modificar nuestro ser por variados miedos, es inevitable.


[1] Fragmento. Mario Benedetti. Cuando éramos niños. http://www.poemas-del-alma.com/mario-benedetti-cuando-eramos-ninios.htm