La prisión aloja
a más de 7.000 personas, algunos acusados de rebeldes, otros acusados de
crímenes, y otros sin cargos. En opinión de algunos oficiales del Reino Unido,
la prisión debía haberse demolido, pero esto fue vetado por las autoridades
estadounidenses.[cita requerida]
A finales de
abril de 2004, un canal estadounidense de noticias expuso las torturas, abusos
y humillaciones a reclusos iraquíes por un grupo de soldados estadounidenses.
La historia incluía fotografías, y ha resultado en un escándalo político
importante en los Estados Unidos y otros países de la coalición.
Posteriormente, han aparecido pruebas de otros abusos similares. Estos abusos a
prisioneros venían siendo denunciadas, sin respuesta por parte de los medios de
comunicación y gobiernos, por parte de organizaciones internacionales
humanitarias como Amnistía Internacional, desde el principio de la ocupación.
Abusos[editar · editar código]
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Fotografía sobre
los abusos cometidos en la prisión publicada en el periódico estadounidense
Washington Post en mayo de 2004.
En mayo de 2004,
se inició una campaña de liberación de prisioneros, para reducir su número a
menos de 2.000. En el mismo mes, George W. Bush, presidente de Estados Unidos, anunció
que la prisión sería demolida previo acuerdo con las autoridades iraquíes; el
jefe del gobierno de transición iraquí puntualizó, sin embargo, que la prisión
no sería destruida.
La comisión de
investigación sobre los abusos en Abu Ghraib fue creada en mayo de 2004 por el
secretario de defensa Donald Rumsfeld y fue presidida por James Schlesinger, a
su vez ex secretario de defensa.
Las conclusiones
presentadas en su informe fueron las siguientes:
La
responsabilidad indirecta de los hechos afecta "a toda la cadena de mando
hasta Washington", especialmente al general Ricardo S. Sánchez, entonces
jefe de las tropas estadounidenses en Irak. Todos ellos sabían lo que ocurría,
sin hacer nada para impedirlo.
Los abusos se
debieron al sadismo de los soldados del turno de noche, no a algo ordenado o
autorizado por sus superiores. No formaban parte de los interrogatorios.
Aún se están
investigando más de 300 casos de abusos, algunos fuera de esta prisión.
En el informe no
se recomienda ningún tipo de castigo para los implicados. Fotografía del
prisionero Satar Jabar siendo torturado conectándole al cableado eléctrico por
manos y genitales
Por otro lado, el
ejército estadounidense está finalizando su propia investigación, cuyos
resultados parecen aún más escabrosos.
En las torturas
de la prisión de Abu Ghraib o Abu Ghuraib aparentemente participaron algunos
científicos y médicos americanos. El bioético americano Steven Miles escribe en
la revista científica “The Lancet” que con ese comportamiento estarían dañando valores
éticos de la medicina y los derechos humanos. Miles, doctor en medicina y
profesor de la Universidad de Minnesota, exige una investigación oficial sobre
el papel de los médicos durante el escándalo de torturas.
Miles se basó en
los protocolos del Congreso de los Estados Unidos y en las confesiones de
prisioneros y soldados, reportes médicos y de prensa. Un vocero militar
confirmó que la mayoría de los incidentes y acusaciones descritos en el
artículo fueron documentados por las fuerzas armadas.
Miles escribe que
según las declaraciones de los responsables del ejército de los EUA, un
psiquiatra y un médico diseñaron y aprobaron los métodos de interrogación, así
como supervisaron los interrogatorios. Describe el caso de un prisionero que
bajo juramento declara: el prisionero fue golpeado hasta caer inconsciente y
después fue atendido por personal médico y por ellos revivido. Estos se fueron
y el prisionero fue de nuevo maltratado.
Un oficial de la
policía militar es citado además por Miles: un médico inyectó a un prisionero,
que murió a causa de las torturas, una substancia para que pareciera que aún
vivía al ser llevado para atención médica al hospital. En Irak y Afganistán son
falseados los certificados de defunción. “Los médicos confirman rutinariamente
la muerte por infarto al corazón, golpe de calor y otras causas naturales de
muerte”, escribe Miles. Sólo una pocas unidades en el Iraq y Afganistán habrían
posibilitado las inspecciones mensuales que exigen la Convención de Ginebra y
los médicos tampoco se preocuparon por dar una atención médica regular a los
prisioneros.
Transferencia al
Gobierno Iraquí
El 9 de marzo de
2006, la autoridades militares estadounidenses decidió el cierre de la prisión
de Abu Ghraib y el traslado de los detenidos en otros centros penitenciarios de
Iraq1 En agosto de 2006, se informó de que la prisión se encontraba ya vacía2 y
el 2 de septiembre, se realizó la cesión formal al gobierno iraquí que fue
anunciada por Ali al-Dabbagh, portavoz del primer ministro Nouri al-Maliki. La
ceremonia fue dirigida por el general mayor Jack Gardner, comandante de la Task
Force 134, y representantes del ministerio de justicia y del ejército iraquí3
Consecuencias
políticas
El 9 de noviembre
de 2006 Donald Rumsfeld, quien en boca de David Ignatius, del The Washington
Post, es la figura que "simboliza no sólo el fracaso de la guerra, sino
también la arrogancia y la ausencia de responsabilidades"4 fue destituido
del cargo de secretario de defensa tras las derrota del partido republicano en
las elecciones legislativas del 7 de noviembre. El 14 de noviembre, una
veintena de asociaciones de derechos humanos representadas por el abogado
alemán Wolfgang Kaleck demandaron a Rumsfeld y otros cargos estadounidenses en
el Tribunal Supremo alemán o Generalbundesanwalt de Karlsruhe por crímenes de
guerra.
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