No se puede dudar
sobre la relación que hay entre el problema de población y el problema de la
pobreza en el país, aun y cuando sería torpe decir que somos pobres porque
somos muchos, cuando hay países con mayor densidad de población que gozan de mejores
condiciones de vida y evidencian mejor desarrollo humano.
En otras
palabras, creemos que el crecimiento demográfico explosivo es consecuencia de
la pobreza y que con ello entramos en un círculo vicioso porque justamente las
mayores tasas de crecimiento poblacional están asociadas de manera directa e
irrefutable con los índices de pobreza. Mientras más pobre nuestra gente,
menos acceso a educación y a salud reproductiva y, por lo tanto, mayor tasa de
fecundidad.
Por principio
sostenemos que el problema de la pobreza tiene más que ver con la desigualdad
existente en cuanto al acceso a oportunidades en una sociedad que se cierra,
que ofrece maravillosas ocasiones para que el rico se vuelva más rico, pero que
niega hasta el último resquicio para que el pobre pueda dejar su situación de
abandono y falta de oportunidad para vivir más dignamente. A ello, que
constituye la premisa fundamental, se suma el problema poblacional que dispara
anualmente el número de pobres por la tasa de crecimiento. Ni siquiera la cruel
y rampante mortalidad infantil, tema en el que también somos punteros, evita
que aumente exponencialmente la población, porque Guatemala es el país con
mayor fecundidad en el Continente.
El otro argumento, el que dice que hay
pobreza a consecuencia del aumento de población, pretende ocultar la realidad
de una estructura social injusta, que se resiste a una redistribución de
riqueza por la vía de impuestos administrados eficiente y honestamente para
proveer de servicios y oportunidades a quienes hoy están marginados de la
posibilidad de alcanzar desarrollo humano.
No negamos
importancia al tema poblacional, pero hay que situarlo en su justa dimensión
para que no se convierta únicamente en un
pretexto, en una explicación absurda de nuestra realidad social. Tenemos
que reducir el índice de fecundidad que indica que en Guatemala nacen 3.8
niños por mujer en edad reproductiva, pero ello no se puede lograr sin impulsar
educación, salud y desarrollo humano integral porque ni hay forma ni es humano
pensar en castrar o esterilizar a los pobres para que, además de su falta de
bienes materiales, tampoco tengan acceso a la paternidad.
Solo los
empecinados dirán que hay pobreza porque somos muchos, lo que significa que si
salimos de unos cuantos habría menos pobreza. Hay pobreza porque no hay
justicia, porque no hay compromiso solidario en la sociedad para trabajar
juntos por un desarrollo humano equitativo. Lo demás son pretextos y
pajas.
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